Me van a permitir que en esta ocasión, no publique un relato. Quiero publicar la carta de despedida que le dediqué a mi Padre en su funeral, este 13 de agosto de 2014. Como dije en la ceremonia, a veces los hijos nos dejamos cosas que decir a los Padres, y yo quise completar y decirle, esas cosas que se me olvidaron o que nunca le supe expresar.
No es ni más ni menos que un pequeño homenaje a un Padre por parte de un hijo, una manera de reconfortar el alma, y mirar con esperanza el ejemplo de un camino bien trazado, un ejemplo de forma de vida y de forma de vivir.
Zaragoza, 13 de Agosto de 2014, a la memoria de Don José Soguero Garcés.
Hoy te estamos despidiendo papá, e
irremediablemente todos pensamos en los últimos días, en los que te has debatido
en una cama de hospital durante casi 4 meses.
Pero la vida de un hombre no se debe de medir en cómo uno muere, sino en
cómo uno ha vivido su vida. Y tú papá, has
vivido una vida plena y llena de buenos momentos y de malos, pero siempre conforme
a tu filosofía, y esa filosofía ha sido tu familia, a la cual has adorado por
encima de todo.
De los muchos de los presentes que
han compartido contigo parte de este camino que es la vida, seguro que si les
preguntamos cómo definirte, van a decir
que has sido un hombre honrado, valiente, leal y sobre todo sincero.
Dicen que los hijos suelen ser el
reflejo de sus padres, pues yo he tenido el honor de tener un buen
maestro. Para mí, papá fuiste mi súper
héroe, porque siempre te vi como el hombre más fuerte y más honesto que he
conocido, siempre venciendo cualquier adversidad, y siempre siendo ejemplo de
nobleza, tesón, orgullo, valor y honor. Y por eso aun ya en la edad adulta, cada vez
que nos hemos reunido, me emocionaba saber que siempre me estaba reuniendo con
mi súper héroe.
Para Pedro tu hijo pequeño, has sido
muchas cosas, el padre, el amigo, el consejero, el compañero, el
tertuliano. Aquel con el que pudo
compartir aficiones, devociones y sobre todo momentos eternos. Fuisteis compañeros de viaje y cómplices,
pero sobre todo fuiste para él, ese gran amigo sabio y sincero que supo
indicarle por donde debía seguir su camino.
Y por eso se, que Pedro, tu hijo y mi hermano, tras tu marcha, va a echar en falta con quien
discutir de fútbol, con quien hablar de petanca y sobre todo, va a echarte en
falta porque se ha ido su amigo.
Te nos has ido y nos dejas un vacío
Jefe, un vacío que lo vamos a llenar con tu recuerdo, porque es tu legado más
importante. Yo siempre voy a recordarte
como el artillero que ganó un concurso de tiro con su pieza de artillería
antiaérea en el Peñón de Ifach allá por los años 60, porque tu paso por la
milicia, supo inspirar mis decisiones y mi vocación. Como el
futbolista y el amante de todo deporte, hay que ver que te gustaba hasta el
curling, como el cazador incansable, como el campeón, mentor y gran jugador de
petanca, como el alma de las fiestas, como la enciclopedia histórica de la
familia porque siempre quisiste que tuviéramos presente a los que nos
precedieron, a tus padres, tus abuelos y tus hermanos.
Pero sobre todo te voy a recordar
personalmente como la persona que me dio los abrazos y besos más importantes de
mi vida.
Desde cuando me llevabas al Belanche
de chiquitín a comer gambas, a cuando me recomendaste que lo mío no era el
fútbol ni la petanca y oriente mi vida deportiva a las montañas, a las cuales
no podía ni hacer falta ni servía de nada el enfadarme por no ganar. Cuando me
llevaste de la mano a cruzar el umbral de la puerta de un cuartel por primera
vez, y de un empujón me hiciste cruzar la puerta de entrada y con tu mirada me
decías, “entra y cumple voluntario”.
Cuando una fría madrugada de febrero me despedías antes de embarcarme en
la primera misión internacional y me dijiste que lo tuviera que hacer que lo
hiciera bien.
Todo ello me dio que pensar porque me
mirabas siempre con ojos de orgullo, y yo en esos momentos me sentía como tú,
un súper héroe, porque sabía que conmigo llevaba lo mejor de ti, porque para
eso era tu hijo. Y desde entonces cada
día cuando me he puesto mi uniforme, he sentido que me ponía mi uniforme de
súper héroe también. Primero como padre
y siempre como soldado.
Te vamos a echar de menos José
Soguero Garcés, pero no estoy triste, porque sé que ahora te encuentras ya en
la presencia poderosa de tus padres, abuelos y hermanos que te han guardado un
sitio a su lado en el cielo. Llegaste a
la vida luchando, viviste luchando y te has ido luchando. Nunca te rendiste, y cada vez que caíste
supiste levantarte.
Ese es tu legado y
tu ejemplo. Por eso, no vamos a pensar
como llegaste al final del camino, sino que vamos a recordar como transitaste
este camino de la vida.
Sé que allá donde te encuentres, vas
a velar por todos nosotros, de una forma más poderosa si cabe que cuando
estabas entre nosotros. Y por ello tengo
fe resuelta en que cuando en un tiempo futuro nos reunamos, hayamos podido al
menos intentar ser un poquito como tú, Papá.
Hasta siempre.