Bienvenidos al Blog

Bienvenidos a mi espacio personal, dedicado con mucho cariño y dedicación, a la vida en milicia, de ayer, hoy y todos los tiempos. En este blog iré colgando mis breves relatos, de esos que se escriben en momentos de inspiración, y que salen del corazón.

En ellos no hay ni motivaciones ideológicas, ni representación alguna de críticas o quejas, sencillamente son un compendio de ficciones literarias, que dedico a los españoles de todos los tiempos, que en un momento u otro de la historia de España, estuvieron, han estado o estarán vinculados con la vida en la Milicia, que han convivido con sus virtudes, sus defectos, sus emociones, sentimientos, pero sobre todo han sentido en sus espíritus, esas palabras que escribió Calderón de la Barca, y que rezaba en una estrofa aquello de "... la milicia no es más que una religión de hombres honrados...".

La espada y la pluma han sido compañeros de viaje durante toda la historia, y siempre se han respetado cuando la lid ha sido justa. Agradezco a todos los visitantes su tiempo por dejarlo aquí, y agradezco los comentarios que obviamente me servirán para mejorar
.

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miércoles, 26 de julio de 2017

VESNA



El Sol calentaba de forma suave el rostro de un hombre y una mujer que sentados en la terraza del Club Riva, a las orillas del río Trebišnjica en la ciudad de Trebinje, en Bosnia Herzegovina.  Era primavera del año 2012, y los aromas del río junto con la sutileza de los vapores que ascendían por las tazas de café, inspiraban a la paz y el sosiego.

El agua tranquila y verdeazulada del río, la suntuosidad esmeralda de las yerbas en las orillas, y el cielo azul y abierto sobre el monte Leotard daban aspecto de un cuadro bucólico de la época expresionista del arte de la humanidad.

La mujer se llamaba Senka Tosic, propietaria de una librería en la avenida Dušanova, el hombre, un viejo Soldado extranjero, que en 1996 llegó a la vida de Senka Tosic y a la de su hermana Vesna Tosic, cuando Yugoslavia se disgregaba y los Balcanes ardían de Norte a Sur y de Este a Oeste ante la impasibilidad de Occidente.  Y hubo que poner fin a la barbarie enviando bisoñas tropas que encontraron un país en llamas, pero también encontraron cariño, respeto, amor y futuro.

Él tan sólo era un viajero, un caminante que en su largo periplo había vuelto donde un día estuvo, y donde un día su vida cambio.  A veces son las personas, a veces son los lugares, y a veces ambos las cosas que nos cambian, que nos convierten en personas distintas a las que creíamos que seríamos.  Y él era sólo eso, alguien de vuelta.

Un televisor ubicado en la terraza emitía noticias locales, habían hallado muertos a varios hombres en la localidad, en distintas situaciones al parecer conexas, y se había levantado gran revuelo entre autoridades y ciudadanos de Trebinje ante esos hechos. 

Dos hombres habían sido encontrados muertos con sus cuerpos calcinados dentro de un viejo vehículo aparcado en un descampado al sur de la ciudad.  Otro cadáver de hombre había aparecido en las orillas del río con varios impactos de arma de fuego en el cuerpo, y un cuarto había sido encontrado en las escaleras de acceso a su domicilio con heridas mortales por arma blanca en varios sitios del cuerpo.

Un camarero que andaba limpiando mesas en la terraza, comentó en lengua materna algo que Senka Tosic tradujo para su acompañante, “que eran mala gente y que así acaban los que han cometido muchos pecados en la vida”.   El acompañante de Senka no expresó ninguna reacción, siguió tomando sorbos de café, dejando su mirada perdida en los reflejos del Sol en las tranquilas aguas del rio  Trebišnjica, mientras su mente viajaba lejos, hacia atrás en la memoria de los días, de los sueños, de los sentimientos...

... Principios de 1996, dos Soldados de las Fuerzas de Interposición de la Paz, montados en un vehículo ligero todoterreno, recorrían una sinuosa carretera a toda velocidad.  Un mensaje radiado desde la ciudad de Trebinje para los ciudadanos, solicitando ayuda para la extinción de un incendio en la librería de la ciudad, fue escuchado por personal de la Unidad a la que pertenecían, y alguien traslado la información a un buen amigo.

Éste sin pensárselo dos veces, se apoderó de las llaves de un vehículo, y sin autorización y con la sola compañía y protección de otro compañero, tal vez tan loco o predispuesto a los problemas, como él, partieron hacia la ciudad que se encontraba a pocos kilómetros del destacamento militar donde estaban establecidas las Fuerzas de Interposición de la Paz.

Las llamas se elevaban como el ánima de un holocausto voraz, visibles desde varios kilómetros antes de llegar a la ciudad, en aquella partida, dividida, seccionada, amputada Yugoslavia.  La tarde andaba oscurecida por nubes grises, densas, cargadas más de odio que de agua.  Un rojo resplandor de la combustión contrastaba con el horizonte plomizo, el humo negro que ascendía sin piedad aunaba negrura a la tarde, y el propio tono anodino de aquella ciudad, eran motivos suficientes para sentir desazón y angustia, en aquel invierno de 1996 en las estribaciones de los Balcanes.   Tan sólo ofrecía a los ojos, el mismo espectáculo de desolación, tristeza y abandono, de un lugar que necesitaba de una primavera, tanto como el hombre necesitaba del aire para caminar.

viernes, 27 de febrero de 2015

EL ÚLTIMO ADIÓS



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Ese invierno fue duro, muy duro.  La nieve cayó de manera copiosa durante días en el mes de noviembre, y pronto las cumbres balcánicas, se cubrieron con el manto blanco del gélido invierno centroeuropeo.  Luego un viento feroz recorrió la tierra de este a oeste, helando por completo la inmaculada piel que ocultaba la faz de aquellas tierras.

La mirada dura de José Antonio Alvar no reflejaba ninguna emoción.  La nieve golpeaba su rostro.  Se había quitado el casco de combate, y las gafas de ventisca.  Necesitaba sentir el frío del invierno de aquellas montañas, aún salvaje e hiriente, aquel viento gélido era vida.  Miró a sus compañeros, sus chavales…, y ahí estaban todos medio sonrientes, como si fueran una cuadrilla de demonios escapados del averno, que a cada pisada fundían la nieve, sin importarles temperatura, sensaciones o cansancio.


Alvar los miraba detenidamente, ninguno había puesto objeción a sacar de aquel pueblucho a aquellas diez mujeres serbias, que las milicias croatas “Ustacha” tenían retenidas y a las cuales usaban como meras esclavas, para fines inhumanos.  Todos tenían claro que esa liberación les iba a traer más problemas que beneficios, pero si algo caracterizaba a aquel grupo de españoles, era ser más duros que la propia tierra que pisaban, y no temer a otra cosa que al deshonor o a la vergüenza.

“Es lo que tiene la infantería jefe…” le había dicho el Soldado Isaías, “no sabemos andar si no llevamos peso…y a veces el peso ha de ser una preciada carga”.  Esa frase resumía en un todo la declaración de intenciones, de esos soldados que estaban dispuestos a sacrificar su vida y su honor, por la libertad de las personas que no podían ni sabían defenderse.


Ninguno eran excepcionales a ojos vista de cualquier buscador de detalles, no eran de ninguna unidad de élite, no eran súper soldados, sencillamente eran soldados humildes de Infantería española. Claro está que no mayor título para cualquier soldado, no hay mayor honor que haber sido al menos durante un segundo soldado de Infantería, porque ello significa haber formado parte de la hermandad de los que luchan y mueren, conquistan y entregan con su sangre, la voluntad del pueblo al que representan.

Seguramente hasta su propia forma de vestir y ordenarse podría resultar reprochable, para cualquier personaje de despacho y betún con brillantina en los zapatos.  Ropas rotas, sucios, mal afeitados, vivo ejemplo de predecesores en campañas ya lejanas, que no supieron lucir mejor un uniforme, pero en cambio sí que supieron honrarlo y dignificarlo, pues aún roto y sucio, estaba adornado con su sangre, con la savia de la esencia de aquellos que defienden con el corazón y con el alma, las causas que son propias de sucios y desarrapados héroes anónimos.


José Ántonio los miraba, y su pecho se henchía.  Que bravos hermanos…. Y ellos lo miraban y pensaban seguramente lo mismo.  Habían salido de aquel pueblo a bofetadas, y su punto de enlace con su Sección todavía quedaba lejos, para un grupo de 9 Soldados y 10 mujeres heridas, maltrechas y destrozadas por un cautiverio salvaje.

martes, 2 de diciembre de 2014

LA MONTAÑA



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Amanecía y Jose sabía que ese amanecer no iba a traer nada bueno. Llevaban toda la noche caminando, y nada nuevo en el horizonte, pero él sabía que estaban ahí.  Llevaban toda la noche caminando con un grupo de 12 niños y 6 niñas afganas.  A los primero los habían sacado de una madrasa  donde se encontraban recluidos por los talibanes en contra de la voluntad de sus padres, y a las niñas las habían sacado de una casa, donde les esperaba unos matrimonios no deseados con hombres que les sacaban 30 años de edad.

No era su misión inmiscuirse en los asuntos de los locales, a fin de cuentas él, era un soldado en suelo extranjero, que se encontraba allí con su equipo por casualidad.  Eran miembros de una unidad de inteligencia, que tenían una misión bien diferente, extraer información de la población local, sobre los movimientos de una facción talibán local, que se encontraba muy activa en la zona, causando problemas a los convoyes de la ISAF.

Esa facción talibán la componían unos 80 hombres armados y de un alto grado de crueldad, a tenor de los hechos y relatos de los locales, los cuales aseguraban que cometían asesinatos indiscriminados en cuanto alguien les llevaba la contraria.  Y debido al secuestro de los niños, la población local todavía manifestó más su temor y repulsa.

Jose tenía órdenes, apoyar a la población local, y recabar la mayor cantidad de información de la facción taliban.  Y cuando aquellas personas le relataron a Omar, el traductor, las circunstancias de su pesar, Jose sintió como algo le revolvía las entrañas.  Y un ardor ancestral, surgió de él.  Ese viejo aliento de los guerreros, que expiran antes de entrar en combate.  Así que Jose, hablo con sus 5 compañeros de fatigas, y decidieron que había que sacar a los niños de aquel infierno.

viernes, 11 de abril de 2014

HERMANOS DE SANGRE

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David miró a su alrededor, no veía nada, una densa nube de polvo inundaba su entorno cercano.  Notaba calor en el pecho, en la cara.  Algo húmedo se escurría por su rostro.  No oía nada, y era extraño porque él era consciente de que había ruido, había movimiento a su alrededor.  Pero nada, no escuchaba ningún sonido, no percibía más que leves vibraciones que provenían del suelo, de ese palmo de tierra en el que se encontraba tumbado y dolorido.

Se quiso incorporar, levantarse y notó como le dolía el pecho y la espalda, y por más esfuerzos que realizaba, no lograba ni siquiera levantarse.  El pesado equipo lo mantenía pegado al suelo.  Miraba y no veía más que polvo.  De pronto una vaina, dos vainas, tres vainas surcaron delante de él, y fueron a parar a escasos centímetros de su cara.

Miraba, y no veía nada, le costaba respirar, no lograba pensar, no lograba enlazar un pensamiento cuerdo, reaccionaba por instinto, respirar y abrir los ojos, no podía hacer otra cosa.  De nuevo tres vainas surcaron el aire, y esta vez se depositaron encima de él, notó el calor, quemaban…y sin saber cómo, fue capaz de accionar su brazo y su mano y librarse de ese calor que ya quemaba.

Y de pronto sintió como el caos se apoderaba de su cuerpo y sus sensaciones, fue rápido, primero un dolor agudo en el pecho.  Después el ruido, ruido de explosiones, de disparos, gritos, lamentos, ruido mortal…

lunes, 18 de noviembre de 2013

EL BESO

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La noche no daba tregua en la posición.  Los disparos de fusilería se producían sin cesar.  Unos silbaban cerca, otros impactaban contra los muros de adobe, y otros sencillamente surcaban el cielo.  Algunos se podían ver, eran proyectiles trazadores y sin duda añadían una estela mortal en aquella noche fría.
Luis llevaba 6 horas en su posición, haciendo fuego sostenido sobre unos edificios desde los cuales, les estaban disparando sin cesar.  El paqueo se había vuelto tedioso y peligroso, porque parecía que cada vez aquellos tiradores, se iban aproximando más y más de forma certera.

Sin querer miraba todo el rato a su derecha, en unos puestos de tiro más allá de su posición.  Allí se encontraba Elena, una compañera, que al igual que él, llevaba todo el día respondiendo al tiroteo, y permaneciendo serena como el resto de sus compañeros ante el envite del fuego enemigo.
La miraba porque llevaban demasiados años juntos, y a los viejos y buenos compañeros, se los cuida, se los protege y se vela por ellos, al igual que ellos hacen por ti.  Luis sabía que Elena estaba bien, que era mujer de armas tomar, y que no era de las que se arrugaba ante nada.  Tan fuerte como todos, y tan sensible como los demás.  No había truco, sencillamente era el oficio, era el momento que les había tocado vivir, y para ellos aquello era su vida.

Hacía 7 horas aproximadamente, un convoy logístico con combustible, agua y repuestos mecánicos, había sufrido un percance a la entrada de una población.  Una zanja en la carretera había provocado un accidente al vehículo escolta, un BMR.  Y el convoy compuesto por 3 camiones, dos cisternas y tres todoterrenos, más 3 BMR de escolta, se habían tenido que detener.

lunes, 29 de julio de 2013

EL RUIDO


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Un rojo y gélido amanecer había despertado ese 6 de febrero de 1938 en los páramos de Teruel.  El Teniente Alcázar formaba parte de la 1ª División de Caballería al mando del General Monasterio.  Su Unidad era el Regimiento Castillejos Nº 9, y él pertenecía al segundo Escuadrón del Regimiento.
Esa noche previa al día 6 el Teniente Alcázar no había podido conciliar el sueño, demasiada responsabilidad, el Capitán Jefe del 2º Escuadrón, había caído enfermo por neumonía, y el Coronel le había dado la responsabilidad como oficial más antiguo, de ser el Jefe del Escuadrón en la batalla que se avecinaba.

viernes, 7 de junio de 2013

LOS CABALLEROS



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-Buenos días mi Primero, otra mañana de paseo – Dijo el Soldado Ramiro Suarez a Juan José Rupérez su Cabo Primero.


-Cualquier cosa es mejor Suarez que quedarnos en el Destacamento un día entero viendo pasar las nubes- Respondió Rupérez.  Y ambos se metieron dentro del Nissan Patrol, que era su vehículo y compañero de fatigas, en todas las misiones de patrulla en la Serbo-Bosnia en aquel año 1996.


El vehículo salió del Destacamento de Duzi y se dirigió por la carretera para realizar la ruta de Duzi- Drazin Do- Trebinje.  La misión era sencilla, dejarse ver, verificar que en la ruta no había existencia de check points ilegales, e informar de cuantas cosas se acontecieran durante las 8 horas de patrulla, para que los informes de inteligencia fueran lo más precisos posibles.


Suarez era un Soldado veterano y era buen conductor, conocía bastante bien “su Nissan”, era concienzudo y meticuloso con su moderno corcel.  Como buen soldado de Caballería, sabía que el mantenimiento de su medio de transporte, era vital para el desempeño de cualquier misión, y por eso, su vehículo nunca fue de los que se quedó tirado, de los que nunca dio fallos achacables a la negligencia o pasividad.  Como buen jinete, sabía que su montura debía estar preparada para cualquier misión, y por ello, por sentir muy suyo aquel vehículo, lo trataba con el respeto que se merecía.

jueves, 14 de marzo de 2013

Nadie queda atrás...




-¡Alto!- Ordenó el Teniente Lucas.  Toda la patrulla se desplegó en un perímetro de unos 30 metros, creando un círculo casi perfecto.  Cada uno de los componentes se arrodilló, y como aquel bosque era tan denso, profundo y oscuro, todos sabían que debían concentrarse en agudizar el oído.  Aquel bosque estaba muerto, no había animales, no había ruidos.  Ni siquiera el Sol penetraba por las copas de aquellos negros árboles, y ni siquiera el viento era capaz de mover las ramas y hojas muertas de lugar atroz.

El Sargento Mejías se acercó despacio al Teniente Lucas.- Mi teniente, este puto bosque me da mal rollo…, no hay ruidos, no hay bichos, no hay nada… y tiene que haberlo….tiene que haberlo…- Le decía situándose espalda con espalda, sin dejar de mirar a un sector concreto dentro de aquel círculo defensivo.
El Teniente Lucas respiró profundamente, movió la cabeza afirmativamente y le respondió. – Mejías ya sé que esto no pinta bien, y tenemos claro que los informes que nos han pasado, juran y perjuran que ellas se encuentran aquí, pero tú me dirás, no se ve nada, no hay indicios de nada…- 

Mejías se giró hacia el Teniente, y mirándole a los ojos le puso cara de circunstancias.  Se levantó y se fue a su lugar dentro de aquel despliegue defensivo.

miércoles, 25 de julio de 2012

25 de Julio Santiago, Patrón de España y del Arma de Caballería



Hoy, miércoles 25 de julio de 2012, es Santiago.  Patrón de España y de la Gloriosa Arma de Caballería, y hoy, el cuerpo me pide no contar cuentos, hoy el cuerpo me pide quitarme la boina y rezar, y sentirme orgulloso de haber tenido el honor de ser testigo de la justicia que no hace mucho se ha hecho con el Glorioso Regimiento de Cazadores de Alcántara 14, al concederle la "Cruz Laureada de San Fernando", al cual después de muchas "dadas de espaldas" a estos héroes, porque no hay otro adjetivo que describa a 691 españoles que se "sacrificaron" en aquellos días del julio y agosto del 1921, por defender la vida de miles de compatriotas abandonados y dejados a su suerte, en una interminable carrera por llegar a Melilla, a su salvación, y donde miles fueron masacrados por las hordas de salvajes rifeños.

lunes, 1 de agosto de 2011

EL BESO A LA BANDERA



Jaime sabía que eran los últimos reclutas, después se acabó, la mili era ya cosa de los libros e iba a ser cosa de batallitas que contar a hijos y nietos.  Estaba en formación en pleno acto de Jura de Bandera.  Se sentía emocionado, se sentía importante.

Era el guía de su Compañía e iba a ser el primero de todos sus compañeros en besar la Enseña Nacional.  Una Bandera de España que llevaba recogiendo los besos de tantos hijos a lo largo  de un par de siglos, que ya solo verla exportaba una extraña sensación, como la que despiertan las madres en los hijos.   Aquella Bandera representaba muchas cosas, la más importante, el compromiso con la Patria.  Ahora no le sonaba raro esa palabra, Patria.  Hace unos meses, para un muchacho recién salido del instituto, le sonaba a algo viejo, a algo de los libros, a cosas muy ajenas a su mundo.

En cambio ahora, tras dos meses de convivir con otros hombres, con encontrar hermanos entre la masa de desconocidos, de aprender a ser humilde, honrado, pulcro, educado (más si cabe), tenaz, abnegado, después de haber descubierto todos esos valores y virtudes que llevaban años ocultos en su interior, ahora entendía el porqué de ese esfuerzo y sacrificio.  Y en ese mismo instante comenzaba a honrar a todos aquellos Soldados que le habían precedido, y a los que posteriormente a lo largo de los años, en una u otra vicisitud, iban a continuar entregándose por España.

lunes, 25 de julio de 2011

VUELTA A CASA



Los motores cesaron, el ruido ensordecedor dejó de retumbar en las cabezas de todos los ocupantes del Hércules C-130. Sólo un extraño silbido recorría la estancia, nadie hablaba, nadie se miraba, todos permanecían cabizajos.

-Es la hora caballeros – Dijo el Capitán Vázquez, oficial de embarque –en cuanto baje la rampa, nos adelantaremos el Sargento Romero y yo, el resto, esperad a que suelten las eslingas y los cabestrantes de amarre.-

Todos asintieron, después de muchas horas de vuelo, podían oír y hablar sin tener que gritar. Todavía anclados a los asientos de red del avión, algunos no habían reparado en soltarse los cinturones de seguridad, seguían con la mirada en el suelo.

-Sánchez – Dijo el Capitán. –Pon tú la bandera encima una vez que suelten todo-. El Cabo 1º Sánchez era el Jefe del maltrecho pelotón que tenía que bregar con todo aquello. El silencio seguía dominando el ambiente, todo seguía igual, a pesar de las instrucciones nadie miraba a otro sitio que no fuera el suelo del avión. Todos buscaban en su interior respuestas a preguntas, soluciones a problemas, muchos querían evadirse o borrar esos instantes, pero no era posible, la vida era de esas cosas que se escriben con tinta indeleble.