El Sargento Mejías se acercó
despacio al Teniente Lucas.- Mi teniente, este puto bosque me da mal rollo…, no
hay ruidos, no hay bichos, no hay nada… y tiene que haberlo….tiene que haberlo…-
Le decía situándose espalda con espalda, sin dejar de mirar a un sector
concreto dentro de aquel círculo defensivo.
El Teniente Lucas respiró
profundamente, movió la cabeza afirmativamente y le respondió. – Mejías ya sé
que esto no pinta bien, y tenemos claro que los informes que nos han pasado,
juran y perjuran que ellas se encuentran aquí, pero tú me dirás, no se ve nada,
no hay indicios de nada…-
Mejías se giró hacia el Teniente,
y mirándole a los ojos le puso cara de circunstancias. Se levantó y se fue a su lugar dentro de
aquel despliegue defensivo.
El teniente repasaba mentalmente
las notas de misión, recordaba los ítems sobre los que inteligencia había
elaborado un orden de operaciones, y un temor le invadía..¿y si se habían
equivocado de ruta?¿y si ese no era el lugar?...
El Sargento Mejías, inquieto, se
movió hacia la posición del Cabo Romera, que andaba mirando de reojo el gps que
llevaba en su antebrazo izquierdo, a la vez que escaneaba el escaso horizonte
que tenía delante.
-Romera…Romera…dime por tus
muertos que estamos en la zona…dime que no nos has llevado al huerto y nos has
extraviado…- Le dijo susurrando el Sargento.
El Cabo, separando la mano del
guardamanos del fusil, elevó el pulgar en posición vertical hacia arriba,
indicando afirmativamente que estaban en posición.
Mejías cabeceó de nuevo.
El Teniente fue el que en esta
ocasión se movió y se dirigió a la posición en la que estaban el Sargento y el
Cabo. – Vamos a ver… si estamos en la zona indicada, aunque el GPS tenga un
error de más menos equis metros, tendríamos que estar viendo u oyendo algo. Como no hay ni una cosa ni otra, una de dos, o
se han esfumado, o se han enterrado bajo tierra, si es que esto que pisamos es
tierra, que ya lo dudo- Dijo Lucas mirando hacia el cielo.
-Mi Teniente…estamos en el lugar…no
tengo dudas, tanto el GPS como el plano dicen lo mismo…- Respondió el Cabo
Romera.
De pronto un silbido cruzó el
aire, y acabó con un golpe seco sobre un árbol.
-¡¡¡¡¡Tiradooorrrr!!!!!!- Gritó un
soldado. Un disparo había cortado el
aire, al que siguieron unas cuantas ráfagas por encima de las cabezas de los
miembros de la patrulla.
La gran mayoría se lanzó al suelo
para reducir la silueta. La escuadra del
Cabo Silva, sin embargo, habían localizado el origen del fuego, y levantándose de
su posición y abriendo fuego mientras se abalanzaban sobre la zona desde donde
provenían los disparos. Las cuatro bocas
de fuego batieron un frente de unos 20 metros, en apenas 30 segundos en ese
avance frenético, habían volado más de 200 proyectiles desde los fusiles de los
tiradores.
Pronto descubrieron un cadáver,
un tirador enemigo se encontraba tumbado de forma grotesca entre unos
arbustos. Al llegar a este punto, Silva
ordenó rodilla en tierra a la Escuadra, y todos comenzaron a escanear el nuevo
frente, en busca de posibles amenazas.
-Despejado Lima, un tirador
abatido- Dijo por radio.
El Teniente Lucas ordenó el
avanzar con precaución y desplegando un frente de más de 200 metros hacia la
posición de Silva.
Al sobrepasar a estos, destacó un
binomio en la vanguardia, con una ametralladora ligera, y un granadero. El resto, volvieron a crear un perímetro de
seguridad alrededor de la posición de Silva.
El Teniente se acercó al Cabo
Silva.
-¿Qué tenemos?...-Preguntó Lucas. –Creo que es un guerrillero del UCK mi
Teniente- Respondió el Cabo.
-¿Esta muerto?-
Silva miró a su teniente y afirmó
con la cabeza. Comenzaron a registrarlo,
y no encontraron nada de valor, salvo un fusil AK-47 de origen Checolosvaco, y
una granada de mano de origen soviética.
-Están por aquí…lo presiento… lo
malo que los disparos los habrán alertado…hay que ponerse en marcha, vamos
avanzar en guerrilla hacia la vanguardia…tengo una corazonada…- Dijo el
Teniente al Cabo, a la vez que por señas de mano le indicaba al Sargento Mejías
las instrucciones para posicionar a la patrulla desplegada.
En apenas unos segundos, todos
ocuparon la posición que conocían de memoria dentro de un despliegue en
guerrilla. Todos comprobaron sus armas,
verificaron la munición, el que había disparado algo, cambiaba los cargadores,
otros palpaban granadas, cargadores, botes de humo, y alguno el cuchillo.
Comenzaron el avance subiendo un
pequeño altiplano del bosque, y en apenas unos 40 metros descubrieron donde se
encontraban.
Se habían metido en mitad de un
campamento del UCK en Kosovo…habían encontrado a las dos alféreces enfermeras
que habían sido secuestradas a punta de pistola de una ambulancia cerca de
Istok, y se encontraban frente a frente con más de 30 guerrilleros que
sorprendidos por el empuje de la patrulla española, no habían tenido tiempo de
planificar ni una defensa ni una huída.
Pudieron ver como las dos
alféreces se encontraban maniatadas sentadas a las ruedas de un viejo camión.
Los guerrilleros del UCK no
sabían qué hacer, habían oído disparos, habían oído pasos ligeros que se les
echaban encima, y de pronto al ver a los 15 soldados españoles enfrente,
dudaron si abrir fuego o salir corriendo.
No era bueno para ellos un enfrentamiento abierto con tropas de la KFOR.
Lo bueno para ellos es que
conocían el terreno, y tenían la ventaja de tener dos rehenes, lo malo para
ellos es que delante tenían a una patrulla de escaladores esquiadores de la
Brigada de Montaña “Aragón”, malo para los kosovares…..
Un guerrillero, tal vez
influenciado por la sensación de mayoría proporcional, alzó su fusil AK para
intimidar a los españoles. Un tiro seco
se clavó en su cara, y cayó desplomado.
Nadie pudo ver de dónde había salido el disparo, nadie de los kosovares
vio destello alguno, pero unos y otros supieron enseguida que se trataba de un
francotirador.
El Sargento 1º Marcellán y su
binomio el Cabo 1º Elías, que a unos 90 metros de aquel palmo de terreno, se
encontraban situados en un flanco de las fuerzas españolas, y tenían ante sí,
un perfecto sector de tiro, para el fusil barret y el acuraccy.
Un segundo disparo, impactó a los
pies de otro guerrillero, que por los abalorios y las formas de dirigirse al
resto, parecía el jefe.
Éste, al ver como había caído su
compañero, entendió que el tiro al suelo había sido intencionado, pero que si
se movía, estaba muerto.
El Teniente Lucas miró de reojo a
sus hombres, todos concentrados, todos apuntando a alguno de los guerrilleros
kosovares, y el Sargento Mejías, miraba y estudiaba la posición de las dos
rehenes.
Algunos guerrilleros no habían
podido adoptar posición alguna con sus armas, o ni siquiera las tenían a mano,
por lo que el número de amenazas efectivas, no superaba al número de españoles.
-Mike, tira otra vez a los pies
del jefe- Ordenó por radio el Teniente.
Otro disparo impactó al lado de
la bota de aquel tipo. Más de un pudo
ver como tragaba saliva. Estaba listo y
lo sabía. Ahora faltaba saber si era
capaz de sacrificarse por la causa que les había llevado a cometer aquel
secuestro.
La espalda de aquel campamento
kosovar, era una pared de piedra de unos 80 metros de alto, y no había otra
salida de aquel altiplano que por la posición de los españoles. Los guerrilleros sabían que estaban
acorralados, pero todavía en sus mentes cabía la posibilidad de la lucha.
-Lima aquí Oscar, preparados para
caer- Dijo una voz por radio.
-Proceda Oscar, les cubrimos-
Respondió el Teniente Lucas.
Sin que los guerrilleros pudieran
preverlo, absortos ante la presencia a su frente de la patrulla española, y
sabedores de la existencia de al menos un francotirador, no pudieron ver como
media docena de cuerdas caían por la roca pelada, y por ellas comenzaban a
descender en rapel australiano sigilosos, unos espectros que se situaron a un
metro de altura de las cabezas de los kosovares, apuntándoles con sus armas.
Un silbido bastó para provocar la
reacción de algunos hacia atrás, y al no ver nada a sus espaldas, levantando la
vista, vieron los rostros de otros esquiadores escaladores que les apuntaban
directamente a las cabezas.
El jefe de los kosovares, al
volverse a mirar, se dio cuenta de cómo iban a ser las cosas. Por otras cuerdas, descendieron con rapidez
más de una docena de soldados españoles, que protegidos por los 6 que
continuaban colgados y apuntando con sus armas, acababan de declinar la balanza.
El Sargento Mejías, avanzó con el
arma encarada hacia la posición del jefe de los guerrilleros. Se acercó a distancia de unos 3 metros, y le
indicó con gesto serio..- Your weapons…. Down…down…-
El guerrillero dejó caer el AK al
suelo, y todos los demás, lo hicieron a la vez que comenzaban a levantar las
manos. Los soldados que habían
descendido por la pared, comenzaron a reducir a los kosovares, colocando a cada
uno de ellos unas bridas sobre las muñecas, y les colocaron una capucha negra
sobre la cabeza.
Rápidamente la patrulla del
Teniente Lucas, avanzó hacia la posición de las alféreces, y de la mejor manera
posible, las liberaron de sus ataduras.
Del bosque apareció un “árbol”
andando. Era el Sargento 1º Marcellán,
que se dirigió con paso firme hacia donde estaban las alféreces.
-Mi alférez, le dije que era como
Dios…que todo lo veo.- Y guiñó un ojo a una de las alféreces que con poco ánimo
sonrió. Se dirigió hacia la zona donde
estaban agrupando a los prisioneros kosovares.
Buscó al líder, le retiró la capucha, lo levantó sujetándole por el cuello
de la camisola, y una vez que lo tuvo de pié, con el dedo índice le golpeó en
el centro de la frente.
El kosovar tembló, entendió el
enésimo mensaje del tirador.
-Hijo de perra…estas vivo porque
no has tenido cojones a levantar tu arma, ni mover el pulgar para cambiar el
selector de disparo de tu fusil… ¿me entiendes verdad?...qué fácil es causar daño
cuando se está en superioridad ¿eh?- Le gritó tan cerca que la saliva impactó
en la cara del kosovar.
Le volvió a colocar la capucha, y
lo arrojó al suelo.
Otro teniente se acercó al grupo
de españoles que estaban con las alféreces, era el Teniente Otero, responsable
de la patrulla que había realizado el asalto por la retaguardia de los
guerrilleros.
Lucas y Otero se abrazaron, y
Lucas le dijo – No dejamos a nadie atrás….¿eh?- Y Otero sonriendo le respondió –
Eso como los Rangers…nadie atrás….-.
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